miércoles, 16 de enero de 2008

¿Qué tengo qué hacer para ser salvo?

Esta es una pregunta de vida o muerte. Muchos se la han planteado. Otros, ni siquiera tienen idea de que "todos han pecado y están privados de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).

En el capítulo 16 del libro de Hechos, se encuentra una historia que quiero contar en esta ocasión:

El Apóstol Pablo y su compañero Silas estaban en la ciudad de Filipos por invitación de Lidia, una empresaria creyente en el Señor Jesús, quien había sido bautizada junto con su familia.

Por muchos días, fueron seguidos por una joven esclava quien tenía un espíritu de adivinación y gritaba: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación" (Hechos 16:17). Llegó un día cuando Pablo se molestó tanto que le ordenó al espíritu que saliera de ella. Y el espíritu obedeció.

Cuando los amos de la muchacha se dieron cuenta que habían perdido su fuente de ingresos. Se enojaron contra Pablo y Silas y los acusaron ante las autoridades como alborotadores.

Como resultado de esta falsa acusación, fueron azotados y encerrados en la cárcel. Sus pies fueron sujetados con un cepo para evitar que pudieran huir. Pero a la media noche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios.

Cuando pienso en esta escena, imagino que Dios, viendo la situación por la que atravesaban sus siervos, no pudo resistir más y dio la orden a un ángel para que fuera hasta la cárcel y los liberara. El ángel salió a toda prisa de la presencia de Dios y cuando llegó a la cárcel, tuvo que "barrerse" para detenerse (como los jugadores de béisbol cuando llegan a una base).

Lo cierto es que el suelo se estremeció. Las puertas de las celdas de la cárcel se abrieron y las cadenas se soltaron. Cuando el carcelero despertó y se dio cuenta lo que había ocurrido, sacó su espada para suicidarse, pues pensó que los presos habían huido.

Pablo le gritó: "¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!" El carcelero comenzó a contar a los presos: uno, dos, tres... ¡No faltaba ni uno! Entonces, echándose a los pies de Pablo y Silas, preguntó: "Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?"

La respuesta fue sorprendentemente sencilla: "Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos." (Hechos 16:31)

Y hoy, en el siglo XXI, ¿qué tienes qué hacer para ser salvo? La respuesta sigue siendo la misma: "Cree en el Señor Jesús."

Ya sé en QUIÉN debo creer, pero, ¿QUÉ debo creer? Estas son algunas de las respuestas que la Biblia nos ofrece:

1. Cree que "tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (S. Juan 3:16).

2. Cree que "Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad" (1 Juan 1:9).

3. Cree que "...si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo" (1 Juan 2:1,2).

4. Cree que "...la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor" (Romanos 6:23).

5. Cree que "Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón" (Proverbios 28:13).

6. Cree que "Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!" (Efesios 2:4,5).

7. Cree que "—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí" (S. Juan 14:6)

Y tú, ¿lo crees? Te invito para que aceptes a Jesús como tu Salvador personal y empieces a disfrutar la Vida que Él nos ofrece.

Recuerda siempre que Jesús es tu SALVADOR, porque te ha SALVADO y ahora eres SALVO.